miércoles, 29 de diciembre de 2010

El primer israelí, el primer palestino

La percepción evolutiva de que ambos pueblos tienen un origen en común,(todos los humanos, animales y plantas tenemos un origen común) tal vez ayudaría a terminar el conflicto más prolongado entre los Homo sapiens del presente....


Arqueólogos israelíes hallan restos 200 mil años más antiguos que los de homo sapiens conocidos hasta ahora


Martes 28 de diciembre de 2010
AP



Arqueólogos israelíes informaron que quizá encontraron la evidencia más antigua hasta el momento de la existencia del hombre moderno y, de ser así, el descubrimiento podría alterar teorías sobre el origen de los humanos.

El equipo de la Universidad de Tel Aviv que excava en una cueva cerca del centro de Israel señaló que dientes encontrados dentro de la misma tienen aproximadamente 400 mil años de existencia y se asemejan a los de otros Homo sapiens, hallados en Israel, sólo que los restos más antiguos encontrados hasta ahora tienen la mitad de antigüedad.

"Es muy emocionante llegar a esta conclusión", dijo el arqueólogo Avi Gopher, cuyo equipo examinó los dientes con tomografía computarizada y rayos X. Los fecharon de acuerdo con los estratos de tierra donde fueron hallados.

El especialista indicó que se requiere más investigación para fortalecer la afirmación. Si resulta así, señaló, "esto cambia todo el panorama de la evolución".



Replanteamiento

La teoría científica aceptada es que el Homo sapiens se originó en Africa y migró fuera del continente. Gopher dijo que, si los restos son vinculados definitivamente a ancestros del humano moderno, ello podría significar que éste de hecho se originó en lo que ahora es Israel.

Sir Paul Mellars, un experto en prehistoria de la Universidad de Cambridge, dijo que el estudio es acreditado, y que el descubrimiento "es importante" porque son escasos los restos de ese período crucial, pero es prematuro decir que los restos corresponden con los de humanos modernos.

"Con base en la evidencia que han localizado, es una posibilidad muy tenue y francamente más bien remota", añadió Mellars.

El experto señaló que es más probable que los restos estén relacionados a los parientes antiguos del hombre moderno, los Neandertales.

Según las actuales teorías científicas aceptadas, los humanos modernos y los Neandertales proceden de un ancestro común que vivió en África hace aproximadamente 700 mil años.

Un grupo de descendientes migró a Europa y se convirtió en Neandertales, que posteriormente se extinguieron. Otro grupo permaneció en África y evolucionó a Homo sapiens, los seres humanos actuales.

Con frecuencia los dientes son indicadores de origen poco confiables, y análisis de restos de cráneo identificarían más plenamente las especies encontradas en la cueva israelí, agregó Mellars.

La cueva prehistórica de Qesem fue descubierta en el 2000 y las excavaciones comenzaron en el 2004. Los investigadores Gopher, Ran Barkai e Israel Hershkowitz publicaron su estudio en la revista American Journal of Physical Anthropology.

jueves, 8 de julio de 2010

El fútbol y la evolución de Uruguay 1974-2009

El primer ">partido del Mundial de 1974 mostó una imagen del país que tocaba un pozo.
Un país con pocas esperanzas de la que mucha gente debía irse.
Un Uruguay lastimoso, pero soberbio, altanero y prepotente. Era la selección cuarta del 70 más Morena. Salir cuarto casi no servía. Pobre Fernando, pavada de mochila le cargaron en la espalda. Era una imagen fea del país.
Puede verse en
http://www.youtube.com/watch?v=M5YLG57a2GE

Ha cambiado el marco de Uruguay. Y parte de su cultura. Los precios de los productos que son pilares de la economía se sostienen firmes, la exportación crece. La alternancia de derecha e izquierda en el país dio un certificado de madurez política. El llamado a los inversores fue escuchado. La llegada al poder de José Mujica y sus actitudes conciliatorias generaron un ámbito, un viento cultural más que interesante que se vieron ratificadas e impulsadas por la inclusión de la oposición en organismos ejecutivos.
Lo del ">mundial acelera ese proceso y lo lleva a un nuevo clímax. Una gran oportunidad. El mundo nos mira y ve algo muy interesante que está pasando aquí.
Recuperamos la alegría y la autoestima.
http://www.youtube.com/watch?v=nhJ5YT6Sg5g&feature=related

Ambos videos muestran a un Uruguay en evolución, expresada a través del fútbol.
¿cómo la seguimos? ¿cómo se capitaliza un momento cultural tan especial, de mucha alegría colectiva? ¿servirá para que entre uruguayos nos tratemos mejor? ¿seremos más amables? ¿más profesionales? ¿más serios? ¿convenceremos a todos los adolescentes a apostar a su formación? ¿Les daremos una educación acorde a la actual oportunidad?
La seriedad es sin dudas lo principal que Uruguay, país tan pequeño, tiene para ofrecer y diferenciarse.
Como Tabárez: seriedad, profesionalismo, perfil bajo, humildad para aprender de los errores.
Podemos no tener claro hacia donde debemos ir.
Pero podemos tener claro adonde no queremos ir. ">La soberbia, la viveza criolla, el patrioterismo fueron. El cariño al terruño y al hacer las cosas bien siempre tendrán vigencia.
http://www.youtube.com/watch?v=wYVmefQPxCo

" A los Alemanes vamos a tratar de jugarles al fútbol porque ELLOS LO ÚNICO QUE SABEN ES CORRER..."
Diego Armando Maradona

http://www.youtube.com/watch?v=-_fTZFvzqJY

"Acabo de ver el segundo gol de Holanda y fue en evidente fuera de juego. Son cosas del partido que el juez puede arbitrar o no. Son cosas que pueden pasar, nos tocó a nosotros, pero no es momento de andar llorando y andar buscando excusas", expresó.

">Maestro Oscar Washington Tabárez

miércoles, 23 de junio de 2010

Fútbol, mundial y evolución

Estamos en tiempos mundialistas, aquí en Montevideo, Uruguay, las emociones y la alegría están a flor de piel. Los memes mundialistas han colonizado la gran mayoría de los cerebros, hasta aquellos que disponían de filtros más finos contra todo lo relacionado al balompié.
¿porqué es tan importante el fútbol como deporte?
¿Qué podría afirmarse desde un punto de vista evolutivo?
El deporte en general, especialmente los que son de equipo cumplen la función evolutiva de la competencia. Estamos programados para que nos guste competir, un poco más los varones que las mujeres. Y tenemos aquí una instancia donde competir puede ser un placer.
No se compite por un trozo de comida. No se compite por un trozo de territorio como en una guerra.
Pero en el caso del fútbol la recreación de la guerra es importante. Hay dos territorios, un límite que los bandos intentan cruzar, con la pelota como excusa e instrumento. Avanzado en territorio hay un área, cuyo ingreso ya supone la cercanía a la victoria simbolizada por el gol, la conquista absoluta que interrumpe el juego momentáneamente.
Se puede argumentar que varios deportes son así. El basket, el handball, o el voleyball, incluso el tenis. Algunos de estos juegos limitan el contacto corporal, los otros se juegan sobre una superficie artificial. En el fútbol se preserva el césped e incluso la tierra. Conserva esa raíz, ese lazo con una batalla lejana.
Por simbolizar tan bien un episodio bélico, es que permiten ejercer el orgullo tribal, causando muchas menos muertes que en episodios de guerra. El patriotismo se vuelve algo lúdico.
Y el fútbol es importante como expresión de la situación de evolución económica y social.
La América del Sur emergente, la Europa complicada, Africa que parece mejorar aunque no logra todavía consolidar su mejoría. EEUU que globalización mediante empieza a entusiasmarse.
Ha sido sintomático el desempeño de las dictaduras Honduras y Corea del Norte dan pena. Dentro y fuera de la cancha.
Tal vez, por primera vez en décadas los países del cono Sur de América del Sur, el Mercosur más Chile podemos creernos que tenemos un presente pujante y futuro mejor del que hasta hace muy poco suponíamos... dentro y fuera de la cancha.
Tal vez sea parte de una evolución global más diversificada, y en la que finalmente las dictaduras queden fuera de toda clasificación.

jueves, 20 de mayo de 2010

La vida 2.0

Craig Venter, el prócer de la biotecnología ha logrado uno de sus objetivos más anhelados. Su empresa pasó a la historia hoy por crear la primera célula sintética.

Como dijo en diálogo con Richard Dawkins, cuánto más se investiga más se comprende que la vida es información.

Los cerebros en red, descifrando y doblegando a los genes egoístas.

Aquí la empresa: www.jcvi.org

Aquí el reporte

Anuncian la creación de vida artificial

Laboratorio. Abren horizontes a investigación de fármacos y anticontaminantes. Dudas bioéticas | Confía en que las células aprovecharán la energía solar

WASHINGTON | AFP, ANSA Y EL PAÍS DE MADRID

Una ley inviolable de la biología -toda célula proviene de la división de otra célula- regió la existencia y la evolución de todos los organismos de la Tierra desde hace 3.500 millones de años. Hasta ayer.

La bacteria que acaba de salir de los laboratorios de Craig Venter es una célula, pero no proviene de otra porque su genoma es pura química: fue sintetizada en el tubo de ensayo desde la primera hasta la última letra. Ya vive la materia inerte animada por el hombre.

La primera "célula sintética" se llama Mycoplasma mycoides JCVI-syn1.0, para distinguirla del Mycoplasma mycoides, que es la bacteria natural en quien se inspira: la que le aportó no su genoma (que es de origen químico), pero sí la información para fabricarlo (copiarlo).

Aunque la célula sintética no tiene una madre biológica, sí tiene una madre informática. JCV es por John Craig Venter, y el 1.0 lleva su sello: denota que la célula es sólo una primera versión y connota, o presagia, un futuro Sillicon Valley del diseño de organismos vivos.

La reconstrucción de formas biológicas a partir de su mera información genética -de una secuencia de letras de ADN escritas en un papel o almacenadas en una memoria- ya se había experimentado con virus, entre ellos el de la polio y el de la gripe española de 1918. Pero los virus no son entidades biológicas autónomas: para reproducirse usan la maquinaria de la célula a la que infectan.

Es difícil predecir el alcance de la nueva tecnología. Entre los proyectos de Venter está diseñar un alga -unicelular, como la mayoría de las algas naturales- que fije el dióxido de carbono que hay en la atmósfera y lo convierta en hidrocarburos, utilizando la energía de la luz solar.

Otros proyectos buscan acelerar la producción de vacunas y mejorar la creación de ciertos ingredientes alimentarios y de otros compuestos químicos complejos, o diseñar microorganismos que limpien las aguas contaminadas.

Pero estos fines empresariales conviven, de forma paradójica, con cuestiones de profundidad. ¿Cuál es el genoma mínimo para sostener la vida? ¿Hay un conjunto de secuencias genéticas que define la frontera entre lo vivo y lo inerte? ¿Es esto una forma rampante de reduccionismo que pueda afectar a nuestra concepción de la vida humana?

"Este es un paso importante tanto científica como filosóficamente", admitió Craig Venter. "Ha cambiado mis opiniones sobre la definición de vida y sobre cómo la vida funciona". El trabajo de los científicos plantea también otras cuestiones sobre seguridad pública, bioterrorismo y propiedad intelectual. Y entre los ángulos polémicos del nuevo mycoplasma está su denominación. Los autores lo llaman célula sintética, cuando sólo su genoma lo es.

"Esta es la primera célula sintética que se ha hecho", anunció su creador, "y la llamamos sintética porque la célula se deriva enteramente de un cromosoma sintético, hecho con cuatro recipientes de productos químicos en un sintetizador químico a partir de pura información guardada en una computadora".

El trabajo, que adelanta la revista Science en su edición electrónica, es la culminación de un proyecto que empezó hace 15 años, cuando Venter y su equipo hallaron un modo de estimar el genoma mínimo, la mínima información necesaria para sostener vida autónoma.

Los investigadores tomaron uno de los organismos con el genoma más pequeño conocido, otro mycoplasma (Mycoplasma genitalium), que vive en el tracto urinario humano, y le estropearon los genes uno a uno para quedarse sólo con los indispensables. Ese genoma mínimo suficiente para sostener la vida resultó tener sólo 350 genes. Ese fue el punto de partida para el resto de la investigación, con esa y otras especies del género Mycoplasma.

Compuesto por un millón de letras (el humano comprende unos 3.200 millones), este ADN artificial es totalmente similar a uno natural, aunque tiene 14 genes menos, unas pocas mutaciones ocurridas durante el largo procedimiento y unas marcas de agua añadidas por los investigadores para distinguirlo con certeza de la versión natural. La célula sintética Mycoplasma mycoides JCVI-syn1.0 se comporta como un Mycoplasma mycoides cualquiera.

PERSPECTIVAS. "Aunque estas técnicas pueden generalizarse, la concepción, la síntesis, el ensamblaje y el trasplante de cromosomas sintéticos ya no serán obstáculos a los progresos de la biología sintética", indicaron los científicos de Synthetic Genomics en su estudio.

"La habilidad de escribir rutinariamente la ingeniería de la vida conducirá a una nueva era en la ciencia, y con ella, a nuevos productos y aplicaciones como biocombustibles avanzados, tecnología de agua limpia y nuevas vacunas y medicinas", aseguró el instituto en su sitio de internet, añadiendo que es necesario un diálogo intenso "con todas las áreas de la sociedad, desde el Congreso hasta especialistas en bioética".

Con respecto a este particular, Venter estimuló la discusión desde el principio de sus investigaciones y algunos de los más respetados bioéticos del mundo llevan más de 10 años analizando la cuestión. Entre ellos, Mildred Cho, del centro de ética biomédica de la Universidad de Stanford, y Arthur Caplan, del centro de bioética de la Universidad de Pensilvania. También está el teólogo Daniel McGee, de la Universidad de Baylor. Todos recopilaron sus estudios en el sitio de la empresa de Verter.

El investigador Pat Mooney, director del ETC Group, un organismo internacional privado de control de las tecnologías con sede en Canadá, sostuvo en un comunicado de prensa que el trabajo de Venter es una "caja de Pandora" y se cuestionó sus aplicaciones futuras.

"La biología sintética es un campo de actividad de alto riesgo mal comprendida motivada por la búsqueda de beneficios", estimó. "Sabemos que las formas de vida creadas en laboratorio pueden convertirse en armas biológicas y amenazar también la biodiversidad natural", añadió el experto.

martes, 27 de abril de 2010

La percepción de la muerte

La antropología suponía que el primer rasgo humano es el dolor ante la muerte. Efectivamente, de los primeros rasgos culturales encontrados entre los humanos más antiguos es el de enterrar a los muertos. Sin embargo, el gradualismo en la construcción de nuestra psicología ha encontrado un nuevo eslabón. Efectivamente, nuestros parientes más cercanos, los chimpancés, son conscientes de la muerte, lo viven con tristeza. Quizás este aquí una de las fuerzas de la evolución que llevó a los cerebros cada vez más potentes a una creciente consciencia de sí mismos. En buena medida, la evolución cultural es un esfuerzo por solucionar uno de los principales problemas de la vida, su finitud.

BBC Mundo

Científicos escoceses grabaron a un grupo de chimpancés acariciando a una vieja hembra moribunda y comprobaron cómo permanecieron en duelo por varios días tras su muerte.

Otros investigadores pudieron ver cómo las hembras de otro grupo llevaban los cuerpos de sus hijos muertos consigo por varias semanas.

Para los científicos, ambos estudios, que están recogidos en la última edición de la revista científica Current Biology, reflejan que otras especies, particularmente los simios, están más cerca de los humanos de lo que se podía pensar.

Los chimpancés y los seres humanos comparten cerca del 99% del ADN.

"Varios fenómenos han sido considerados alguna vez como escenarios humanos no compartidos por otras especies: capacidad de razonamiento, habilidades lingüísticas, uso de herramientas y la conciencia de sí mismo", explicó James Anderson, uno de los científicos de la Universidad de Stirling que lideró uno de los estudios sobre estos simios.

"Pero la ciencia ha dado fuertes evidencias de que los límites entre nosotros y otras especies no están tan claramente definidas como muchos pensaban", acotó.

Vínculos

En el primer estudio, los empleados del parque escocés de Stirlingshire pusieron cámaras de video para estudiar el comportamiento de los primates ante la muerte de una hembra de más de 50 años llamada Pansy, que tenía una enfermedad terminal.

Cuando pocos días antes de su muerte entró en letargo, los otros miembros de la comunidad permanecieron más callados de lo habitual y se quedaban con ella por la noche acariciándola.

Después de su muerte, su hija permaneció al lado de su cuerpo pese a que nunca antes había dormido en el lugar en el que estaba el cadáver de la madre. El resto del grupo evitó pasar por el sitio en el que murió.

Encontramos muchas similitudes entre el comportamiento de los chimpancés hacia la hembra antes y después de su muerte y algunas reacciones como las humanas.

James Anderson de la Universidad de Stirling

El segundo estudio, dirigido por científicos de la Universidad de Oxford, siguió a dos hembras que vivían en libertad en los bosques Bossou de Guinea, África.

Ambas cargaban los cuerpos de sus crías muertas y usaban sus colas para espantar a las moscas de los cadáveres.

"Nuestras observaciones confirman la existencia de fuertes vínculos entre las madres y sus crías que persisten, fuertemente, incluso después de la muerte de los hijos”, explicó la doctora Dora Biro de la Universidad de Oxford.

Para Biro, estos dos nuevos estudios "ayudarán a entender la evolución de los orígenes de las percepciones humanas respecto a la muerte y darán muchas pistas sobre la forma en la que los chimpancés interpretan el mundo a su alrededor".

Los chimpancés y los seres humanos comparten cerca del 99% del ADN y tienen características tan similares que algunos científicos han llegado a reclamar que los derechos humanos se les apliquen también a los simios.

jueves, 8 de abril de 2010

Eslabón encontrado


Un nuevo hallazgo de fósiles en Sudáfrica, parte del esqueleto de un niño y una mujer de una especie de homínidos hasta ahora desconocida, de hace dos millones de años, fue divulgado este 8 de abril por la Universidad Witwatersrand de Johannesburgo.

Dos equipos de investigación encabezados por Lee Berger de la Universidad de Witwatersrand y Paul Dirks, de la Universidad James Cook, de Australia, informaron sobre el descubrimiento y el análisis de los fósiles en la revista estadounidense "Science”.

Los científicos hallaron los fragmentos de los esqueletos en una cueva de la región de Sterkfontein, a 40 kilómetros de la capital de Sudáfrica, zona denominada "Cuna de la humanidad" por la gran cantidad de descubrimientos fósiles que se hicieron. El primer hallazgo, una clavícula, fue realizado el 15 de agosto de 2008 por Matthew Berger, el hijo pequeño del científico.

Los investigadores precisaron que tanto el chico, de unos 10 años, como la mujer, de unos 30, tenían una altura de unos 1,27 metros al momento de su muerte, por lo que estiman que el menor hubiese sido más alto en la edad adulta. La mujer pesaba unos 33 kilos y el nene unos 27.

El cerebro del chico, de quien quedó preservado el cráneo, tenía un tamaño de entre 420 y 450 centímetros cúbicos, mucho más pequeño que el del hombre moderno -entre 1.200 y 1.600-, pero era claramente más desarrollado el del australopithecus afarensis, una especie más antigua.

Estos fósiles pertenecen a una especie hasta ahora desconocida que fue bautizada con el nombre científico Australopithecus "sediba", término que significa "fuente natural" en la lengua sesotho que se habla en Sudafrica.

El hallazgo podría "revolucionar nuestra comprensión de la evolución humana", indicaron algunos expertos.

El equipo, conformado por 60 científicos de todo el mundo, decidió clasificar a estos hallazgos dentro del género de australopithecus y no como homo, consignó la BBC. "Tienen ciertas características en el cráneo y la pelvis que son similares a las del homo, sin embargo, dado el pequeño tamaño de su cerebro y su forma corporal similar a la del australopiteco, el equipo pensó que mantener a esta especie como Australopithecus era la decisión más prudente", expresaron los investigadores.

Para Berger el ejemplar puede ser "un buen candidato para la especie de transición entre el homínido africano Australopithecus africanus y el Homo habilis, o hasta podría ser un antepasado directo del Homo erectus".

Los fósiles descriptos en "Science" comprenden un fragmento de cráneo, un fragmento de mandíbula y parte del resto del cuerpo del niño, y de la mujer se preservaron algunos dientes individuales y fragmentos de la mandíbula, además de parte del resto del cuerpo también.

Inés Gordillo, docente e investigadora del Instituto de Antropología de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, precisó que "es raro encontrar un esqueleto tan completo". "Son importantes; si es una especie nueva ayuda a armar el panorama de la evolución en las primeras etapas de la humanidad", si bien señaló que desconoce "las características específicas de este estudio", precisó la antropóloga.

Gordillo descartó el planteo de que éste pueda ser el "eslabón perdido" y precisó que esa "idea es en algún sentido anacrónica porque habla de un eslabón entre simios y hombres, cuando de lo que se trata es de que ambos tenemos algún antecesor común".

En todo caso, destacó, "este hallazgo viene a confirmar que la evolución no es lineal ni ordenada, es caótica: en los mismos tiempos e incluso en los mismos espacios coexisten distintos géneros y especies, australopithecus y homo, algunos aparecen, otros desaparecen, otros se transforman".

El australopithecus apareció en Africa hace unos 3,9 millones de años y hace unos 2,5 millones lo hizo el homo habilis, la primera especie descrita como "distintivamente humana".

miércoles, 17 de febrero de 2010

El origen de las ciencias sociales

“Quien comprenda a los babuinos hará un aporte a la filosofía mayor al de Locke”, concluyó Charles Darwin tras comprender la lógica del proceso evolutivo y sus profundas implicancias sobre el ser humano, envuelto permanentemente en el esfuerzo por conocerse a si mismo. Somos seres biológicos, y entender lo que eso significa para nuestra vida social es de la mayor importancia en este siglo de cambio climático y persistencia de conflictos milenarios pero con disponibilidad de armas de destrucción masiva.
La filosofía y las ciencias sociales han tenido una trayectoria oscilante respecto a la teoría evolutiva. En un primer momento la abrazaron con fervor. Marx y Engels tomaron la obra de Darwin como una referencia fundamental, al punto que el último de ellos lo homenajearía con el titulo de El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado. Kropotkin apuntó a minimizar a la competencia como factor de la evolución y escribió La ayuda mutua, un valioso libro sobre la biología de la Siberia. Nietzche concluyó implacable que Dios había muerto. Y Spencer catapultó su escabroso pensamiento filosófico y fue el gran difusor de la palabra “evolución”. A partir de la obra de Darwin surgió la paleontología como ciencia y la antropología inició el tránsito hacia su madurez como ciencia.
Sin embargo, los primeros abordajes evolucionistas de las ciencias sociales fueron escasamente científicos y muchas veces fueron vilmente utilizados como justificativos o aún promotores de inequidades sociales aberrantes.
La evolución no tiene nada que ver con la supervivencia del más fuerte, como se popularizó en la segunda mitad del siglo XIX. Que la selección natural ocurra entre todos los seres vivos, no significa que deba ocurrir entre nosotros los humanos. Justamente, el entender el proceso es la llave para liberarnos de muchas de las crueldades que la Naturaleza nos depara. Para eso contamos con la medicina, construida sobre el pilar de la teoría evolutiva. Más aún, el filósofo GE Moore, planteó a comienzos del siglo XX el concepto de “falacia naturalista”. Que algo ocurra naturalmente no implica en absoluto que sea bueno desde un punto de vista ético.
El caso fue, que durante los primeros 60 años del siglo XX las ciencias sociales se desligaron de la teoría evolutiva. El estudio del ser humano se desligó de sus bases biológicas. Tendencia que gradualmente fue cambiando y que al comenzar el siglo XXI está resultando fuertemente revertida a través de una pleyade de pensadores que apuestan a consolidar una lógica de pensamiento que armonice las ciencias “naturales” con las ciencias “sociales”.
Todavía persisten algunos enfoques del pensamiento social que sostiene que los factores biológicos no tienen incidencia sobre la psicología y la sociedad. Se sigue el razonamiento de la “tabla rasa” la mente humana al nacer es como una pizarra en blanco sobre la que es posible tallar la personalidad enteramente en base a lo aprendido, a lo cultural.
Las ciencias sociales tienden a ver a la biología como un envolviendo herméticamente al ser humano. Dentro del impermeable, la biología produce resultados asombrosos y la genética avanza a una velocidad vertiginosa, pero fuera de ese ámbito, en aquellas áreas del conocimiento en las que interviene la naturaleza humana, suele considerarse a la teoría evolutiva como algo escasamente o sin relevancia alguna.
Ciertamente no fue esta la actitud de Darwin, quien analizó desde lombrices y orquídeas al comportamiento humano. Cultivó las plantas, fue al zoo de Londres a estudiar los primates que allí estaban y observó en detalle el comportamiento de sus hijos para comprender las pautas de su conducta.
La teoría evolutiva permite estudiar a todos los seres vivos, desde las más primitivas bacterias al ser humano, pasando por las plantas y nuestros parientes más cercanos los chimpancés.
La construcción de ciencias sociales evolucionistas es posible en parte a partir del descubrimiento del ADN en 1952. La misma hebra de información diseña los cuerpos de todos los seres vivos, diseña los cerebros de todos los vertebrados, incluido el Homo sapiens. La psicología no puede insistir en profundizar sus conocimientos como si los genes no hubiesen sido descubiertos o nuestra historia de miles de años no contara en absoluto.
A partir de los trabajos de William Hamilton en los años 60 y de Richard Dawkins en los años 70 se comprende cual es el sentido biológico de la vida: reproducirnos. Los seres vivos somos máquinas de supervivencia que tienen como misión pasar su información genética a la siguiente generación. La existencia de cada uno de nuestros atributos biológicos de cualquier especie puede explicarse a partir de preguntar ¿cómo ha contribuido al éxito reproductivo? Y la pregunta es válida para aquellos comportamientos a los que estamos condicionados, como para las características de nuestras sociedades. ¿Cómo han contribuido históricamente a la conformación de la sociedad?
El debate todavía está en curso. En psicología persiste el conductivismo, que sigue sosteniendo que la mente es una tabla rasa, en antropología evolucionistas y quienes niegan la evolución sostienen todavía encendidos debates.
¿qué proponen los pensadores evolutivos? Que la evolución es un algoritmo. Una rutina de procesos. En la base de los procesos de cambio por selección ocurren tres etapas: la primera de las cuales es la variación. El sexo no tiene por única función replicar nuestros genes, sino también ser un motor de variación: recombinarlos, incrementar la variabilidad. Entre los seres de reproducción asexuada la variación se genera exclusivamente por mutaciones.
Esas variaciones generan diferencias en la aptitud de los individuos para sobrevivir y reproducirse. Y esas diferencias se heredan de una generación a la siguiente.
Esto que es indiscutible en biología, sucede en realidad cada vez que hay un conjunto de información que se replica y que cambia. Los idiomas español, francés, italiano, entre otros, han evolucionado desde su antecesor común el latín.
Es posible hacer un análisis histórico, desmenuzar las mutaciones que han ocurrido. Las diferencias entre un cambio natural y cultural se tornan difusas y lo que emerge es un método de comprensión que es materialista, que realiza un análisis histórico, que busca variaciones y continuidades, reglas, ramificaciones y que observa la realidad a través del tamiz de la innovación, la replicación de las innovaciones exitosas, la obsolescencia de otras de esas variaciones y el aumento o disminución en las frecuencias de las variantes propuestas.
El resultante de ese proceso de tres etapas es la adaptación a un entorno. Y como a la vez el entorno varía, se trata de un proceso dinámico de permanente interacción de diseños con su entorno, ya sean biológicos, culturales, tecnológicos. No se trata de una adaptación pasiva, resignada a condiciones dadas. En una época de evolución tecnológica acelerada se trata de una adaptación activa e innovadora.
El pensamiento evolutivo entonces, trata de la relación de un diseño (un organismo, una canción, un automóvil, una ley) con su entorno.
En cada caso podemos analizar la historia de ese diseño, la ingeniería del mismo que le permite cumplir funciones de forma más eficiente que diseños anteriores para su entorno dado y en el caso de las actividades humanas, razonar así las posibles mutaciones que pueden constituir el próximo paso de su trayectoria evolutiva. Permite comprender aspectos muy variados de la realidad bajo una misma óptica, formando parte de una misma realidad que forma parte de un proceso de cambios.
La evolución centrada en los genes ha llevado a aplicaciones prácticas muy concretas y variadas. En los aspectos micro sociales, por ejemplo, los canadienses Wilson han aplicado la visión de la evolución centrada en los genes al análisis de la violencia familiar y han detectado que los niños que no viven con sus padres genéticos tienen 70 veces más posibilidades de ser víctimas de violencia que aquellos que viven con sus padres biológicos. En los casos de violencia contra las mujeres o contra menores cuando ambos padres son los biológicos el factor principal es la duda sobre la paternidad, algo fácilmente solucionable actualmente a través de análisis de ADN.
En los aspectos sociales más macro, ha puesto el foco en la emergencia de los procesos de cooperación y la construcción de redes sociales, un proceso unificador a lo largo de la historia humana y que en este siglo XXI, Internet mediante, está en plena aceleración.
En el análisis económico ha cuestionado variados aspectos de la economía clásica. Desde Schumpeter ubicando a la innovación en un lugar central como motor de la evolución económica hace un siglo, hasta el énfasis en la economía de los recursos no renovables y los cuestionamientos a los supuestos del Homo economicus meramente optimizador en la teoría económica contemporánea.
El filósofo Daniel Dennet propone una visión similar a la de un edificio en construcción. Sobre un basamento dado por la física, se asientan las demás disciplinas de estudio, en parte basadas en su mayor escala y las propiedades emergentes que surgen con cada nuevo nivel de organización. Así a la física le sigue la química, a éstas la biología.
Luego, es impensable la psicología sin una base biológica. Y luego es impensable una sociología desligada de la psicología y de las bases biológicas de la conducta. Por más que a medida que ascendemos en el edificio a las áreas de las ciencias sociales en las que la cultura tiene un protagonismo mayor, ésta es un producto natural de nuestros cerebros, y es también un ámbito en transformación. Es posible comprender la lógica evolutiva de los procesos culturales.
William Whewhell, filósofo contemporáneo de Darwin propuso el concepto de consiliencia, la idea de una herramienta unificadora de análisis que permitiera superar la interpretación de los distintos aspectos de la realidad como ámbitos separados, como compartimientos estancos. Un conjunto de pensadores en el siglo XXI, desde Jared Diamond en antropología, a Steven Pinker en psicología, o Erick Beinhocker en economía y muchos otros más están armando el rompecabezas epistemológico que permite una aproximación más precisa a la realidad. Desconfiados de los relativismos posmodernos, renegando de cualquier tipo de milagrerías, las ciencias sociales tienen mucho para ganar de este enfoque histórico, materialista, y –sobre todo- naturalista de los distintos aspectos de la vida social.
Está claro que el ser humano reclamará cada vez más no ser un mero robot de sus genes. Justamente esa es la diferencia fundamental que tenemos con el resto de los seres vivos. Nuestros potentes cerebros son los únicos capaces de independizarse del mandato genético. Pero para hacerlo es imprescindible profundizar científicamente en la tarea de conocer a qué estamos condicionados. Entender la evolución es pues, una empresa introspectiva y a la vez liberadora.